miércoles, 27 de agosto de 2008

No es otra Crónica de una muerte anunciada


El día en que lo iban a linchar, Juan Antonio Malca se levantó a las 2.30 de la tarde en su cuarto pequeño y oscuro, tan desordenado que apenas se podía ver la alfombra verde del piso, despertó boca arriaba casi en el borde de la cama. Tenía que ir a recoger el tráiler en que llegaba su camioneta Ford nueva desde Arequipa. No podía llegar tarde en caso de que ocurriera algo. Esa noche había soñado que atravesaba un camino de tierra con su camioneta nueva, llena de barro y lodo debido a la lluvia torrencial de la noche anterior, y por un instante fue feliz en aquel sueño, pero al despertar se sintió desolado en su cuarto en donde había sido despertado por su ama de llaves. 'Siempre soñaba con los carros´, me dijo Irma Linero, su empleada, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato en la carretera.

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