miércoles, 13 de agosto de 2008

el nuevo don Quijote de la Mancha

En un lugar de la Mancha, cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en cobertizo, escudo antiguo, caballo flaco y galgo corredor. Una olla de carne, a veces salpicón, duelo y quebrantos los sábados, lento los viernes, algún torpe de añadidura los domingos. El resto de ella concluían una casaca de vigilante, medias gruesas para las fiestas, con sus zapatillas, y los días de entresemana se honraba con su sombrero de lo más fino. Era así como vivía el hidalgo.

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